Somos Papudo en Internet.

Somos un medio creado para mantener un nexo informativo sobre el acontecer noticioso y cultural de

este pequeño rincón de Chile y crear conciencia sobre la importancia de proteger su entorno y su delicado ecosistema,

y de esta manera, convocar voluntades dispuestas a trabajar por Papudo y su gente.

Incoherencias

Posted by Papudo | Posted on 7:11

Ruperto de Nola
Revista del Domingo El Mercurio


El cronista anduvo paseando por Papudo, un balneario - nos dice- muy incoherente. Y para no ser menos, nos habla de merluzas y reinetas, pero termina recetando un escabeche de conejo.


Papudo es el balneario con el nombre más feo que se pueda haber inventado nunca, y con una de las playas y bahías más lindas de Chile. Incoherencias de la vida. Porque, además, tiene varios chateaux que se conservan desde su belle époque en forma sumamente admirable, considerando que la ciudad está situada a cortísima distancia de la "falla de Papudo". Según nos contaba un baqueano de la zona, esta falla se produce en la desembocadura del río Ligua, que se interna en el mar transformado en un pavoroso tajo submarino, fuente de todo tipo de excelente pesca y de horribles temblores. Más incoherencias. Harto incólume está el castillo Recart; más allá hay otro con una torre, al cual le construyeron al lado otra más moderna, pero que forma un conjunto harto armonioso, y luego quedan restos, frente a la antigua iglesia, de una casa españolada de cuya cáscara salió el feísimo pollo de un edificio verde. Incoherente.Ahora, cuando no está temblando, lo mejor en Papudo es estar comiendo, a menos que quiera usted volver a sentir las deliciosas sensaciones que conoció en el líquido amniótico cuando feto y se zambulla en esas aguas mansas y tibias, con temperatura ya de "playa de norte".
Por lo que, visitando el lugar con cada vez mayor frecuencia, hemos comido bien, y muy bien. Hasta hace poco (no lo hemos visto este año) había un espectáculo adicional que recomendaba los platos ícticos del lugar: llegaban los botes pescadores y eran arrastrados a la playa por parejas de caballos que lo hacían con todos los gestos heroicos que estas bestias adoptan en las estatuas: paradas en las patas traseras, crines al viento, chapoteo, alharaca equina en general. O sea, también muy recomendable espectáculo. Pero ahora la incoherencia: no es conveniente comer fresca la pescada o merluza (que es, por nuestra experiencia, lo que más sale en los botes), sino al menos unas 48 horas después de sacada del agua; nos lo preceptuaba así una españolita que conocíamos: "Que no desarrolla el sabor sino hasta después del segundo día". Y así es, en efecto. Ahora, si lo que viene es reineta y no está consignada al patrón del bote, puede darse un festín. Pero el mismo festín, y sin tanta manipulación y cuidado, puede usted tener si come ya sea en el Club de Yates, donde cocina Rafael Lazcano, con toda su experiencia hispánica y su mano mediterránea o, al otro lado de la bahía, en el restorán de Pablo Gurruchaga donde, para seguir con las incoherencias, disfrutamos un excepcional conejo escabechado.
Escabeche de conejo
Esta no es receta de Gurruchaga, pero es de las antiguas. Se come frío el escabeche, aunque en Papudo nos lo dieron caliente, sin pérdida. A Gurruchaga le trae los conejos algún palurdo del interior; usted consuélese con lo que encuentre en supermercados, que no estará mal. Y considere que, a menos que disfrute con chupar mil huesitos, de un conejo normal comen bien sólo dos personas porque el bicho tiene sólo dos patas traseras... Ponga en olla grande 250 ml de aceite de oliva mezclado con 1 vaso de vinagre de vino (fino; no cualquier vinagrote), y 1 vaso vinero de agua. Pique "a la pluma" 1 cebolla grande y 1 zanahoria grande, pelada, en rebanadas delgadas. Parta por la mitad unos 4 dientes de ajo pelados. Caliente el aceite, ponga allí estas hortalizas, y aliñe con 4 hojas de laurel, 1 ramo mediano de perejil entero (con todos sus tallos), 1 cucharadita colmada de ají de color, otra de orégano seco, otra de comino, un cogollo de tomillo fresco (no más), sal y abundantes granos de pimienta negra un poco machacada (soltará mejor su aroma). Aparte, en más aceite de oliva, dore muy bien las presas de 1 conejo hasta que tengan un muy bonito color y vierta entonces sobre ellas el aceite con las cebollas y aliños. Cueza. Cuando el conejo esté tierno, traslade todo el contenido de la olla a una fuente honda y deje reposar un par de días en lugar fresco. Sirva a temperatura ambiente, con marraqueta fresca para aprovechar los jugos.

El pueblo del golf

Posted by Papudo | Posted on 20:26

El Mercurio

Son astros de los palos que se olvidan de la etiqueta, no de las reglas. Un pescador retirado, un taxista, un carnicero, un albañil, estudiantes, dueñas de casa y muchos más se juntan cada domingo en la tarde para jugar en el campo de Papudo. Uno de los deportes más elitistas de Chile, desmaquillado y festivo.

Hace años, un socio le pidió a un caddie que jugara con él. El caddie, que conocía de memoria cada centímetro de esa cancha, acertó un hoyo en uno en el cinco. Entre sorprendido y orgulloso, el socio le ofreció al caddie un putter de regalo por su hazaña. Y el caddie respondió: ¿Para qué, si no lo necesito?.
Sergio Díaz es quien cuenta su anécdota mientras camina por ese mismo hoyo cinco del Club de Golf de Papudo, un par tres imposible para cualquier afuerino, porque los árboles tapan la vista del green desde el lugar de la salida, arriba en el cerro y al otro lado del arroyo seco.
Díaz alterna el acarreo de palos con pololitos en la construcción. Pero es domingo, tres de la tarde, y no está trabajando, sino jugando. Sus compañeros de grupo no son socios del club necesitados de compañía y competencia, sino un cuidador de la vecina cancha de Cachagua, un profesor de golf y una dueña de casa. Todos fanáticos y excelentes jugadores, como buenos papudanos.
¿Qué pasa en este balneario? ¿El pueblo se alzó contra los señores y se tomó el club de golf, burbuja del ABC1 en casi cualquier otro lugar de Chile? ¿Una revolución? Quizás lo sea. Ojalá lo sea. Pero aquí no hay sangre, ni lucha de clases, ni sectarismo. Es Papudo, el pueblo del golf.

La tradición

El de Papudo es un club tan tradicional como la ciudad misma. Fue inaugurado en septiembre de 1933, gracias a la iniciativa de Luis Harnecker (un socio de Los Leones que tenía su casa de descanso en este lugar) y la cesión de la familia Irarrázaval de un predio a sólo un par de cuadras de la plaza.Desde su nacimiento, fue un lugar especial. No hubo grandes movimientos de tierra y los doce hoyos fueron trazados por el sinuoso terreno, en medio de quebradas y bosques de pino y eucaliptus. Los greens son de arena, lo que obliga a pasar una alfombra y alisarlos en la trayectoria que debe seguir la pelota.

Y también estuvo en sus bases la integración con los lugareños. A mediados del siglo pasado fueron los pescadores de la caleta, que, invitados por los fundadores, tomaron sus primeros palos.O los hacíamos con madera que sacábamos de los pinos y un pedazo de lata. ¿Las pelotas? De cochayuyo, relata Pedro Encina, uno de los que juega en esta tarde de domingo, como todas las tardes de domingo. Mi padre, Miguel, que en paz descanse, fue el primer caddie master del club y nosotros nos criamos aquí, explica, apuntando hacia la calle del hoyo uno. Pedro, claro está, es uno de los once hermanos de Guillermo Encina, ex campeón de Chile y actual integrante del European Senior Tour, el segundo circuito más importante del mundo para mayores de 50 años.
Pero Guillermo no es el único hijo de esta añosa fiebre de golf en Papudo. También están Emilio Palacios, Anisio Araya y los dos Juan Encina, uno hermano y el otro sobrino del más famoso deportista papudano. Y los locales dicen que viene otro en camino: Aníbal Reinoso, de once años, quien tiene un permiso especial de los socios para entrenar también en la semana.
Porque en 1978 la relación entre el club y el pueblo se formalizó con la creación de la filial, que hoy tiene más de ochenta socios, cuarenta de los cuales juegan en esta tarde de domingo, como todas las tardes de domingo. ¿Cuáles son los requisitos de membresía? Nada de acciones millonarias ni invitaciones exclusivas: hay que ser papudano, pagar seis mil pesos de inscripción, cuatro mil más al año, mil para jugar cada campeonato dominical (los niños cancelan la mitad) y seguir las reglas de cortesía del deporte.Para nosotros, es muy importante enseñar a través del golf, cuenta Palmira Encina, otra hermana de Guillermo y excelente jugadora. Todos tienen que comportarse bien, respetarse y ayudar a la filial. Aparte de eso, el club nos pide que en los días previos al Abierto de Papudo hagamos una limpieza general de la cancha. Y nosotros no jugamos entre diciembre y marzo, porque en esa época hay vacaciones y viene a veranear la mayoría de los socios de Santiago, agrega.

El carnicero y la placa.

Haroldo Guerra es el carnicero del balneario. Entre el tapapecho y las prietas, guarda maderas y fierros. Su familia se enoja, porque a veces en la semana pasa un amigo, lo tienta, agarra los palos y se viene a jugar toda la tarde, se ríe Juan Manuel Encina, actual administrador y, como un tercio del pueblo, pariente de Guillermo. Paréntesis: el 90 por ciento de la población de Papudo es Encina, Reinoso o Guerra. O una mezcla de las tres.

Pero el domingo, con permiso, Haroldo baja la cortina a la hora de almuerzo y sube al club caminando. O en el taxi de Juan Reinoso, otro de los jugadores, que se reúnen a las 13:30 para un nuevo torneo. A esa hora ya se han ido los últimos socios. Obviamente, pueden jugar con nosotros. Pero pocas veces lo hacen, porque la mayoría es de la capital y tiene que volver, dice Juan Manuel.
El administrador ve entrar al acogedor y sencillo club house a Aurora Sagredo, una abuela en excelente estado físico, y le lanza una talla: Chis, Aurora, que estai flaca... Vas a tener que echarte piedras en los bolsillos pa' no salir volando. Los dos ríen, como todos durante la tarde. Habrá respeto por las normas y la cortesía, silencio al momento de golpear, líneas que no se pisan en el green, pero jamás se pierde la alegría. Las bromas vuelan de bandera a bandera y de veteranas a escolares. Yo empecé a jugar hace ocho años, para sanar los nervios, que andaban muy malos. Ahora tengo hándicap ocho y hasta he ganado el torneo acá, cuenta Aurora. ¿Mi marido? Claaaaaro que juega, pero ahora anda cazando, porque estamos en temporada, relata.
Casi todos juegan en familia. Casi. Luisa Vergara llega cuando la jornada está en curso, enfundada en un grueso chaleco. Ella es de La Ligua, pero se casó con Pedro Encina y se vino a Papudo. No me gusta esta cuestión. Andar pegándole a una pelotita todo el día, pfff, qué aburrido. Y lo peor es que mi hijo Elías salió fanático y no hallo cómo convencerlo de que estudie, reclama sentada en la terraza del club house y en voz baja, casi midiendo el sacrilegio.
Mientras tanto, su esposo trata de superar al Gran Mastín, la gigantesca roca que desafía desde la mitad del fairway a los que salen en el hoyo cuatro y que recuerda a Julio Alcalde, uno de los fundadores y quien recibía el apodo de Mastín. Al pasar por el lugar, Juan Manuel Encina recuerda otra historia: Aquí había una placa conmemorativa. Se la robaron. Un día, Guillermo estaba jugando en uno de los clubes más pitucos de Santiago y la encontró allá. Esto es de Papudo, les dijo a los encargados. Hoy la tenemos de vuelta, relata. Y se larga a reír de nuevo.

A la convivencia.

El día ha estado bueno para unos y malo para otros, como siempre. Eugenia Navarro, otra abuela que agarró los palos para sanar la reuma y la depresión, acertó dos hoyos desde afuera del green, pero embarró su tarjeta más adelante. A veces veo golf en la tele hasta tarde, pero lo que me gusta es jugar. Para mí, es la única distracción. ¡Y cómo me tiene!. Activa y feliz, así la tiene. Sus nietos le sacan la bolsa durante la semana, como al resto, y se ponen a jugar en la calle. Los mismos que en otro lado colocarían piedras para hacer arcos de fútbol, en Papudo cavan hoyitos junto a los postes de luz, para poder seguir hasta la noche. Acá todos juegan golf. Si hasta la escuela municipal hace sus horas de educación física en el club, cuenta Palmira Encina, que es la tesorera de la filial y recauda casi un millón de pesos al año entre torneos, donaciones y tardes recreativas, lo que permite renovar equipos, entregar premios y hasta ayudar, de vez en cuando, a un vecino en apuros.El campeonato terminó, el asado está listo y las damas anuncian el menú: Chuletas de cerdo y ensalada de pencas. Bromas de nuevo. La noche está instalada sobre la bahía y el club house bulle. No hay whisky como en otros lados, pero sí un buen tinto. El panadero conversa con el jardinero, las dueñas de casa cotorrean en un rincón y los más jóvenes se impacientan.

Llega la hora de la premiación. Aplausos y besos por categoría. Nadie abre el regalo, porque no es lo que importa. Al final, en siete días más será otra vez domingo en el club más democrático e importante de Chile.

La Iglesia rescatada por el pueblo.

Posted by Papudo | Posted on 20:08

El Mercurio

Nuestra Señora de las Mercedes forma parte de la historia de Papudo. Modesto Guerra se siente un pescador privilegiado. Él, como todos los que trabajan en la caleta frente a la parroquia de Papudo, se casó, bautizó a sus hijos y ha desarrollado su oficio pesquero ligado al templo. Pero sólo a él, cuenta orgulloso, le encomendaron cuidarlo por las noches además de limpiar y hermosear los jardines que lo rodean para que luciera impecable el pasado 8 de diciembre, día en que volvió a abrir sus puertas mostrándose completamente restaurado.
El pueblo completo estaba ansioso de que esto sucediera, tanto que, a partir de ese momento, ya había inscritos para celebrar sus matrimonios. Levantada en 1918 por obra del arquitecto Alberto Cruz Montt, desde que Papudo se conformó como balneario –por el cese de unos terrenos de la Hacienda Pullally perteneciente a Fernando Irarrázaval Mackenna–, esta iglesia de estilo neocolonial ha sido un símbolo para el lugar, testigo de su historia y guardiana de todo lo que ocurre en la playa, ubicada a pocos metros de ella.
El párroco Miguel Triviño llegó hace más de diez años y ésta es la segunda gran empresa que le ha tocado llevar a cabo, "todo gracias a la ayuda y fe de los fieles", recalca. Primero se empeñó en construir una nueva capilla en el pueblo y, ahora, en recuperar este Monumento Histórico que las termitas y la humedad tenían en peligro de derrumbe desde el 2005.—Todo comenzó un día después de misa cuando se me ocurrió preguntarle al padre Miguel por qué estaba cerrada la iglesia, y me dijo "lo nombro encargado del comité para arreglarla"—, cuenta José Plubins, veraneante histórico que trabajó con un comprometido equipo para lograr reunir los fondos necesarios para la restauración y supervisar los avances. "Todo el pueblo participó en esto, fue una tarea muy emocionante porque fue impulsada por los mismos papudanos", comenta.
A partir del proyecto que realizó la arquitecta Milagros Aguirre, de la dirección de arquitectura del MOP Valparaíso, con la ayuda del constructor civil Hernán Novoa, los trabajos se realizaron en sólo 150 días, a cargo de la Constructora Valle Mar. "Es sorprendente recuperar un monumento gracias a la acción de privados", afirma la profesional, quien además actuó como unidad técnica del Consejo de Monumentos.Como parte de su planteamiento estaba cambiar todo el techo por tejuela asfáltica, además de reponer los elementos dañados o podridos y desarmar las ampliaciones "poco adecuadas a su condición de monumento", dice. Según su análisis, la construcción estaba muy deteriorada en varios puntos, sobre todo en la estructura del coro. Las filtraciones de agua pudrieron las maderas, y también las termitas habían actuado en otros sectores poniendo la estructura en peligro de derrumbe.Se usó el criterio de reemplazar piezas más que demoler, todo para respetar la modalidad de construcción que usaron a principios del siglo XX, esto es, una estructura de madera con revestimientos pintados y un frontis de albañilería. "Pensaron que el coro o el campanario habría que echarlos abajo, por sus precarias condiciones, pero no fue necesario, bastó con reforzarlos", afirma Milagros."Nuestra Señora de las Mercedes", nombre que recibió la iglesia cuando fue erigida como parroquia hacia 1928 –en honor a las mujeres de la familia Irarrázaval, que llevaban el nombre de Mercedes–, presenta una nave central y dos laterales, vestida con ornamentos sencillos, destacando el envigado del cielo con detalles en fierro. Las ventanas son de madera, con protecciones también en fierro forjado, y todavía se luce el Vía Crucis que data del tiempo en que fue levantada. El piso de baldosas en blanco y negro así como las bancas de respaldo alto se mantuvieron tal cual.
Todos, veraneantes y papudanos, esperan que vuelvan a celebrarse ahí las misas de domingo, pero sobre todo, los pescadores aguardan la Fiesta de San Pedro, en la que la procesión sale desde la iglesia hacia la caleta y luego al mar. "Ahora que está linda, hay que seguir cuidándola no más", dice con cariño el mismo Modesto.

Papudo: vigilante del pasado

Posted by Papudo | Posted on 20:03

El Mercurio

Un importante proyecto de remodelación y restauración en Papudo realizaron los arquitectos Jorge Iglesis y Leopoldo Prat, quienes transformaron el antiguo Hotel Mela en un cómodo y actualizado edificio de departamentos.Texto, M. Cecilia de Frutos D. Fotografías, Sebastián SepúlvedaPropio de la arquitectura de Papudo de comienzos del siglo pasado, el Edificio Torrevigía fue originalmente la residencia de la familia Justiniano. El diseño estuvo a cargo del arquitecto Federico Bieregel, quien proyectó esta casa hacia 1922, concibiendo ­según el arquitecto Jorge Iglesis­, una "volumetría propia de las villas de veraneo".

En la década de los 50, esta vivienda se convirtió en el Hotel Mela y llegó a ser uno de los mejores del lugar, por su vista al mar. Esto terminó al morir su dueño, Antonio Pérez Barros, a principios de los 70.En 1992, luego de llevar 20 años en el más absoluto abandono, un grupo de amigos y veraneantes del tradicional balneario decidieron comprar el antiguo hotel con el fin de restaurarlo. Ellos eran Angel Hernández, Teófilo de la Cerda, Carolina Guzmán, Juan Enrique Pérez, Leopoldo Prat y Jorge Iglesis."La idea fue rescatar su imagen, tan propia del borde mar de Papudo", afirma Iglesis, quien junto al arquitecto Leopoldo Prat emprendieron la necesaria tarea de reparar el edificio, aprovechando de levantar a su lado uno más moderno, cuya línea reinterpreta el diseño del primero.Durante la primera mitad del siglo XX, Papudo fue un balneario donde veraneaban familias de la alta sociedad chilena. En cuanto a la arquitectura, sus casonas y hoteles eran de los más elegantes del litoral.Por esto, y ante la protagónica ubicación que tiene el Edificio Torrevigía ­en plena costanera­, el haberlo restaurado significó un gran aporte al paisaje de Papudo, el cual, a juicio de los arquitectos, conserva hoy muy pocas de sus enormes construcciones.

El proyecto torrevigía.

El antiguo Hotel Mela se compone de cinco pisos, considerando una torre mirador. Los materiales empleados se sacaron del propio lugar: piedra, adobe y una estructura de madera de roble y pino Oregón.En el que era el estacionamiento del hotel ­al costado izquierdo­, los arquitectos Iglesis y Prat proyectaron una nueva construcción, que "conversa amablemente con la otra, mostrando su contemporaneidad", indica Iglesis.En ese espacio se levantó un edificio de cuatro pisos, en donde se dispusieron 15 departamentos ­cuatro por planta, excepto en la primera­, de 60 metros cuadrados cada uno y con amplias terrazas de 3 x 4 metros, diseñadas de forma que todas tengan vista a la playa.Para este inmueble se usó hormigón revestido en planchas de fibrocemento, pintadas de blanco. Los detalles en azul ayudaron a la conexión con el antiguo edificio, que también combina estos colores. Asimismo, se buscó mantener la escala del bordemar, de manera que "el tamaño es el adecuado a su contexto", explica Jorge Iglesis.Para unir ambas construcciones, las terrazas de todos los departamentos que dan hacia atrás se ubicaron formando una especie de puente, permitiendo su apertura hacia el mar.En relación al primer edificio, éste se remodeló para convertirlo en un volumen con seis departamentos, de sobre 100 metros cuadrados cada uno, y que están repartidos en tres pisos (ya que son de mayor altura que los actuales).No fue necesario hacer demasiados cambios al interior. Sin embargo, se optó por poner losas de hormigón bajo sus pisos de madera, las que sirven como aislante del ruido y del calor entre los departamentos.

Descanso con vista al mar

En el segundo nivel del primer edificio, el arquitecto Jorge Iglesis y Mariana Donoso situaron su propio lugar de descanso, que corresponde a lo que eran los comedores y salones del Hotel Mela."Aquí la ambientación se organizó con la informalidad de una casa de playa, en donde todos los recintos dan a la sala de estar", explican los propietarios de esta departamento que se caracteriza por sus ventanas altas que miran el mar ­pero divididas en pequeños vidrios­, sus techos con vigas de madera y sus mamparas de vidrio. Todo ello conforma un conjunto armónico entre clásico y moderno, donde el mobiliario se compone de objetos contemporáneos y de otros más antiguos, que evocan los orígenes del inmueble, como los postigos de madera.Esta integración de elementos antiguos se ve en la mesa de comedor, cuya cubierta corresponde a un viejo postigo tallado que fue pintado de amarillo, como también la lámpara de bronce y tulipas de cristal, que desde 1922 se ubica en el centro del recinto. Y las sillas del comedor ­construidas en Valparaíso con cajas de embalajes que llegaban al puerto­, y que fueron rescatadas del antiguo inmueble.Rodeando el espacio principal ­que incluye el living comedor­, están los dos dormitorios, la terraza y el escritorio. A todos ellos se accede a través de las mamparas, las que se mantienen en perfecto estado y al abrirse, quedan conectados todos los ambientes. "Este espacio, donde todo está relacionado, fomenta el encuentro y la participación durante los días de descanso", comenta la pareja.

El centro de atracción se sitúa en el gran ventanal central, un bow window que mira hacia la playa. En ese lugar está instalado un diván estilo Art Nouveau, muy adecuado a la arquitectura del edificio.Gran cuidado se puso en la decoración de modo de provocar en los visitantes una serie de sensaciones relacionadas con la vocación marinera.Abundan los botes y barcos de madera, incluso unas réplicas de los tradicionales Huáscar y la Esmeralda, todos ubicados en repisas que miran al mar. Así también, hay barcas chilotas de todos los tamaños, goletas y pequeños faros.Iglesis define esta segunda vivienda como lúdica y mágica, en donde "la idea es que cada rincón tenga un sentido y cuente su historia, de forma que el habitar tenga raíces y pertenencia, y esté impregnado de un sabor propio y único, lejos del ajetreo diario y anónimo de la ciudad", explica.

Vela: "Banco Edwards" y "Celfin Capital" vencieron en Papudo

Posted by Papudo | Posted on 10:42

El Mercurio Online

Cerca de doscientos tripulantes esperaron más de tres horas por el viento para disputar una regata de 4.8 millas náuticas.
Con cerca de doscientos tripulantes desafiando las condiciones de viento se desarrolló esta tarde, en aguas de Papudo, la sexta fecha de la Copa Entel PCS 2008-2009, que tuvo como ganadores a los yates "Banco Edwards", de Carlos Gil (IMS Blanca); "Celfin Capital", de Jorge Errázuriz (IMS Azul) y "Perla Negra", de Patricio Mena (IMS Amarilla).Con clima soleado, pero con escaso viento en la bahía, los veleristas nacionales y extranjeros debieron esperar por más de tres horas para disputar una de las dos regatas barlovento-sotavento programadas en homenaje a Enrique Elgueta Guerin, fundador del club de yates local.De hecho, los jueces debieron mover la cancha hasta Punta Pite para encontrar las condiciones propicias para la competencia, cuyo recorrido se acortó de seis a cuatro piernas, sobre un trazado de 4,8 millas náuticas.Después de casi una hora de navegación, en la división IMS Blanca, "Banco Edwards", de Carlos Gil, con Federico Bierwirth al timón, celebró su primer triunfo parcial de la temporada, con apenas 14 segundos (tiempo corregido) de ventaja sobre "BCI", de José Luis Vender; y 15 segundos sobre "Entel PCS", de Emilio Cousiño y Bernardo Matte.Les siguieron "Santander", de Hermógenes Pérez de Arce y Jorge Araneda, a 57" y "Claro", de Dag von Appen, a 58".En tanto, en IMS Azul, "Celfin Capital", de Jorge Errázuriz, timoneado por Pablo Lorca sumó su cuarta victoria de la temporada, escoltado por "Arran", de Les Miller, capitaneado por Matías Sandoval, a 20 segundos; y "Capitán Calvo", de Luis Martínez, a 02'30".Más atrás se ubicaron "Tensacon", de Ricardo Ramírez, a 03'14"; y "Marítima Valparaíso", de Nelson Matus, a 03'49".Finalmente, en IMS Amarilla, sobre un recorrido de 2,4 millas, se impuso "Perla Negra", de Patricio Mena, seguido por "Chungungo", de Pablo Iensen (14'10"), y "Utopía", de Miguel Monge (a 21'50").Cabe destacar que el día anterior se había disputado la quinta fecha del certamen, con la Regata Nocturna entre Algarrobo y Papudo, donde los ganadores fueron los yates "Santander", de Hermógenes Pérez de Arce y Jorge Araneda (división IMS Blanca); "Capitán Calvo", de Luis Martínez (IMS Azul) y "Riday", de Alejandro Denham (IMS Amarilla).La flota oceánica tomará algunos días para el traslado de las embarcaciones, pues la séptima y octava fecha de la Copa Entel PCS se disputará el 29 y 30 de noviembre 2008, con las regatas Liga Marítima de Chile y Regata Exponaval, respectivamente, en el Yacht Club de Chile, en Viña del Mar.La Copa Entel PCS 2008-2009 de yates oceánicos comenzó el pasado 30 de agosto y se extenderá hasta el 9 de mayo próximo, sobre un total de trece eventos y 37 regatas.

Alegoría a un pueblo de pescadores.

Posted by Papudo | Posted on 16:25

El Mercurio - Revista Vivienda y Decoración.


Una iglesia de líneas puras, sobria y moderna ­de 725 m2­ fue el resultado del proyecto elaborado por FG Arquitectos. En los elementos propios del templo se aprecia el tradicional carácter marítimo de la localidad en que está inserta:

Hace un par de años, la comunidad católica de Papudo y los numerosos veraneantes de localidades cercanas se reunían a celebrar misa en una "bodega". Pero ante el gran poder de convocatoria del padre diocesano Miguel Triviño, el espacio se les hizo pequeño.Entonces los ojos de los fieles se dirigieron a un galpón de almacenaje de mayor superficie que existía en el sitio contiguo. Cuando tuvieron la oportunidad de adquirirlo, todo cambió.

El Obispado de San Felipe ­mandante del proyecto­ y el obispo de la época, Manuel Camilo Vial, querían un lugar de reunión con salas para realizar charlas y talleres y no sólo una iglesia. La primera etapa del Centro Parroquial San Pedro Pescador se inauguró el domingo pasado con la consagración del templo, ceremonia a cargo del obispo de la diócesis, Cristián Contreras. La segunda ­correspondiente a los recintos de congregación para los pobladores­ comenzará en marzo, mientras que la tercera ­consistente en una casa de retiro para sacerdotes y biblioteca­ quedará pendiente hasta que se recauden los fondos necesarios para su ejecución.

El proyecto inicial ­propuesto por los arquitectos Matías González, Alberto Rodríguez-Cano, Felipe Browne, Ximena Joannon y Alfredo Fernández­ se elaboró pensando en recuperar la construcción. No obstante, una vez que se revisaron los cimientos y su condición estructural, se desechó la idea por razones de seguridad. Entonces se demolió. Pero como la forma ya existía en el inconsciente de los fieles, se optó por proyectar el espacio central de la iglesia en el mismo lugar.

A ese volumen se le anexó otro cuerpo que está girado y se configuró el acceso. Se trata de una plataforma que sale de la construcción y acoge amablemente a los feligreses."Quisimos trabajar con elementos que tuvieran que ver con el lugar en que se desarrolla la obra, y como Papudo posee una fuerte tradición de pueblo-pescador, aludimos a este hecho. Por ello el acceso es como un muelle al que uno viene a buscar refugio. Es una invitación que se extiende a la comunidad", indica Matías González, uno de los arquitectos a cargo del proyecto.

Otra de las alegorías se refleja en el significado que los profesionales atribuyen a la puerta de ingreso al templo. "Existe una metálica de gran tamaño que se utiliza para ceremonias mayores, e incerta en ella, una de vidrio, hecha a escala humana, que constituye una especie de vela que ayuda a la embarcación a continuar la travesía". Como una manera de aludir a la experiencia mística a la que se puede acceder a través de la Palabra, pronto se escribirán en la puerta algunos textos extraídos del Nuevo Testamento.Traspasando el umbral, quien recibe a los fieles y los conduce hacia el altar es una figura de la Virgen María. A un costado del acceso se encuentran la pila bautismal de piedra y el confesionario de madera. El cielo de la nave central ­confeccionado con paneles de tetra pack­ sugiere la quilla de un bote. Al fondo, tras el altar de hormigón, hay un espejo de agua que genera ondas y atractivos reflejos, y sobre él se encuentra suspendida la imagen de Cristo."El agua, bajo Jesucristo, además de ser un límite a traspasar, también posee un significado simbólico: es pureza, fuente de vida, renovación espiritual y permite limpiarse o purificarse", indica el profesional.

El sector de la nave central ­y particularmente el altar­ reciben abundante luz natural gracias a las lucarnas ubicadas en la parte superior de las paredes. Además, el muro posterior al altar posee un tajo en su base y prolonga el espejo de agua hacia el exterior. "La luz refleja la esperanza, la fe y lo intangible".El recinto también cuenta con una capilla secundaria para ceremonias menores y un ala lateral de inferior altura que presenta la particularidad de actuar como tamiz con el exterior, ya que cuenta con una amplia celosía metálica. A través de ella es posible apreciar el trabajo de paisajismo realizado por Ximena Rabat. Se trata de un campo de 50 olivos que se distribuyen en el sitio, y un área con lavandas, vitadinias y pitosporos enanos.

Respecto a la materialidad, se resolvió que la obra fuese de hormigón armado. Según explica González, esto se debe "a que se trata de un elemento noble y que en este caso permitió plasmar el registro de la historia de cómo fue construida la iglesia: dejando a la vista la marca de los moldajes y algunos errores y aciertos. Además no se estucó, sólo se le dio una bendición de pintura blanca", agrega el arquitecto.La mayor parte del piso es de cemento pulido. Los del altar y el acceso de hormigón lavado y tienen un diseño elaborado con huinchas de madera.

Marina de Papudo: Los detalles y polémicas del proyecto que cambiará el balneario

Posted by Papudo | Posted on 15:53

El Mercurio

Las nuevas instalaciones han requerido de un trabajo de convencimiento de la comunidad que está dando frutos:

Cerca de US$ 3 millones costará este proyecto que será financiado por quienes compren sitios en el embarcadero. La comuna espera que traiga más turismo y trabajo.

Durante los últimos tres meses los directores del Club de Yates de Papudo se han turnado entre ellos para estar presentes en la feria y así mostrarle a la comuna su proyecto de ampliación de marina.La idea es concitar el apoyo de la comunidad para esta iniciativa que será pagada por los propietarios de sitios, pero que tendrá influencia en todo ese balneario de la V Región. El proyecto plantea la construcción de una bahía artificial con un molo de abrigo de roca que permita estacionar de forma segura un máximo de 49 embarcaciones y que tendrá un costo cercano a los US$ 3 millones.
Actualmente el club tiene 45 embarcaciones que están emboyadas en los meses más cálidos y que deben ser sacadas del mar en el invierno, lo que complica, que se usen durante cerca de la mitad del año.Por eso, la idea es que los socios que se interesen puedan tener todo el año una marina cómoda y con grúas adecuadas. De quedar estacionamientos libres, éstos se ofrecerán a gente que veranea en la zona.La comodidad tiene su costo, y los estacionamientos debieran costar entre US$ 50 o US$ 60 mil en promedio. Los precios podrían subir si se trata de embarcaciones más grandes, ya que usan un mayor espacio, y por ende, disminuiría el número de estacionamientos disponibles. El precio es de mercado, pues como dice un navegante: "Estacionar un velero cuesta casi como el bote". Pero, la idea de la actual directiva, encabezada por Felipe Montt -director de empresas-, es que su proyecto impacte positivamente a todo el balneario y no sólo a los socios.Con este propósito se han abierto a la comunidad para oír sus comentarios, haciendo caso de las sugerencias. Así lo confirma Renato Guerra, presidente de la Junta de Vecinos Unidad y Progreso de Papudo, quien partió un poco escéptico pero que hoy lo apoya."No me voy a quedar en el pasado, porque a nosotros nos conviene crecer como balneario. Ellos se han abierto a la comunidad y han recogido ideas, no veo nada oscuro", dice Guerra. Con el propósito de no entorpecer la vista, la marina está pensada bajo el nivel de la costanera. Además, se contempla ampliar el paseo caminable, mantenerlo de libre acceso, con vistas a la marina, y con la posibilidad de meterse al mar caminando por el molo de abrigo.Uno de los puntos que más inquietud ha causado ha sido Playa Conchitas, una playa rocosa que está inmediata al Club de Yates y que se dejará sin tocar, construyéndose la dársena a continuación. Además, la nueva costanera mantendrá los accesos a la playa y también contempla un embarcadero público en el lugar. El proyecto fue elaborado por el director del club y arquitecto Sergio Serrano, y el ingeniero Felipe Guerrero de "PRDW Aldunate Vásquez", una empresa de ingeniería de puertos, que entre otras cosas ha estado detrás de la construcción del Puerto de GNL de Quinteros y Mejillones. Hasta ahora, y cumpliendo con la promesa de no gravar al club ni a la mayoría de socios sociales, todos los estudios iniciales serán pagados por un grupo de doce socios que confían que el monto aportado se descontará del valor de su futuro sitio.
Montt confía en que resulte, no sólo por el club, sino también porque confía en que una marina se transforma en un polo de actividad para la zona.De hecho, quieren apoyar un taller de microempresa que permita mejorar la oferta de servicios que requieren las embarcaciones. Un cuidador experimentado puede ganar un millón de pesos cuidando diez yates y realizando limpieza y mantención de ellos. Otros que se beneficiarían son los dueños de restaurantes, quienes dicen que el actual proyecto, diferente a propuestas anteriores, le haría bien a Papudo como polo turístico."Va a traer un enorme beneficio porque va a significar más fuentes de trabajo y movimiento durante todo el año", dice Raúl Cornejo, presidente de la Cámara de Comercio de Papudo y dueño de un pub y del restaurante Bahía. El proyecto actual lo apoyan la alcaldesa, cinco de los seis concejales, las nueve juntas de vecinos de la comuna y la Cámara de Comercio de la zona, pero, igual hay un oposición. Ibáñez, Melnik y Lira, socios del club. Uno de los últimos que se sumó al grupo de 230 socios activos que tiene el Club de Yates de Papudo fue Nicolás Ibáñez, de D&S, quien se une a sus primos Cristóbal y Ezequiel Lira, al economista Sergio Melnick, al dueño de la constructora Belfi Enrique Elgueta, a la familia Contin dueña de la hoy complicada Alfa Corredores de Bolsa, y al gerente general de Revista Cosas, Matías Pfingstorn, entre otros.
La nueva marina es probable que también atraiga nuevos socios, aun cuando esa no es la prioridad. El principal opositor explica a "El Mercurio" sus críticas al proyecto.Desde que el nuevo directorio del club presentó su proyecto de ampliación de marina, Carlos Navarro, abogado de profesión y dueño de una empresa de buceo, se ha opuesto categóricamente al proyecto.Navarro tiene pedida una concesión para hacer un muelle comercial, en otro lugar, que funcione como embarcadero abierto a la comunidad, de poco más de un metro de ancho y 30 metros de largo. Él espera construir su muelle con la ayuda económica de los vecinos que también se oponen a la marina del club. Sus razones para oponerse a la nueva construcción se basan en el daño al medio ambiente que, según él, causaría."Es dudoso que hablen de 49 embarcaciones, justo una menos de 50, que es el número que obligaría al proyecto a someterse a un estudio de impacto ambiental", dice. "Papudo es un balneario de clase media, y lo que quieren es ensuciar y dañar las playas. Yo me meto al agua como buzo y sé lo que pasa. Además, es mentira que las marinas sean polos de inversión social", dice Navarro firmemente.
En su cruzada contra la construcción de la marina ha sido apoyado por el ahora ex-concejal Eugenio Rau y por el comité Proalmar de Papudo, que es liderado por el consejero regional Miguel Misle.

Salinas de Pullally: Un jardín hecho por hombres.

Posted by Papudo | Posted on 15:27

El Mercurio - Revista Vivienda y Decoración.


Por más de cuatro siglos, Salinas de Pullally ­un balneario prácticamente privado que queda a pocos kilómetros de Papudo­, ha pertenecido a una sola familia. Curiosamente, de sus jardines sólo se han preocupado los hombres del clan, y hoy está en manos del viverista Ignacio García, quien con gran respeto por lo existente, lo ha revitalizado mediante la combinación de flora nativa e introducida.

Unos 7 kms al norte de Papudo está Salinas de Pullally, una gran playa apta para el surf, a la que algunos se aventuran caminando en el periodo de bajamar. El lugar es privado, y ha pertenecido por varias generaciones a una misma familia, desde que Pedro de Valdivia se la entregó como encomienda a don Diego García de Cáceres. Con la Reforma Agraria, la familia pedió los terrenos, pero años después pudieron recuperar unas trescientas hectáreas, donde José Miguel Irarrázabal, familiar de los primeros dueños, había hecho construir una casa, en 1940, al borde del acantilado y dominando las vistas al río Ligua y a las dunas que lo rodean. Ese entorno paradisíaco lo impulsó a trazar una serie de caminos y a ocuparse de los jardines, incorporando doca a la pendiente y árboles nativos e introducidos en el sector protegido del viento. Ese fue el inicio. Más tarde, sería su yerno, Ismael Pereira, quien se haría cargo de los jardines, y luego el marido de su nieta, el viverista Ignacio García.- Siempre han sido los hombres de la familia los que han cuidado el jardín. Lo formó el abuelo de mi mujer, después mi suegro le dio un gran impulso, y ahora soy yo quien se hace cargo. En el lugar está su vivero, donde junto con Margarita Álamos produce, principalmente, proteas. Respetando la forestación de pinos y eucaliptus existente, elaboró un diseño que mezcla vegetación introducida y nativa, y logró que éste se consolidara gracias a la creación de un pozo y un estanque en el que se acumula agua, lo que permite un riego fluido, sin problemas. Y es que su intención es lograr, a largo plazo, un jardín que se desenvuelva sobre la base de especies que sean capaces de resistir la salinidad y sequía.En la entrada al lugar se aprecian alrededor de setenta variedades de Eryngium (la achupalla chilena), y bajo un añoso maitén, destaca un quincho, también protegido por una araucaria excelsa y ombúes. Esta vegetación de altura cambia de imagen abruptamente al enfrentar la pendiente, donde se establecieron especies bajas, que no superan los 50 cm de altura, y que permiten privilegiar las vistas hacia el horizonte, incluso desde el interior de la casa.

Poco a poco, García ha ido reemplazando la doca por un romero africano rastrero que se ha dado muy bien. Los juníperos también se han desarrollado sin dificultades, extendiéndose varios metros.Dos cipreses enmarcan las vistas hacia el mar, y alrededor de ellos sobresalen plantas de distintas alturas, texturas y colores que generan un paisaje de gran atractivo. Además de especies de flor, García consideró algunas suculentas, pues se dan muy bien en los climas costeros. Entre ellas se pueden mencionar Aloe ferox, Agave americana y variegatas, tritomas, puyas, sedum, yucas, las que crecen junto a muchas otras que no han sido plantadas por la mano del hombre, y que han llegado allí por pura casualidad.- Cada cierto tiempo hacemos caminos y botamos las plantas envejecidas y los restos leñosos de poda.

En los intersticios del acantilado van apareciendo nuevas plantas, que sirven para recuperar el terreno.Un jardín cuyo diseño, en manos masculinas, se ha ido perfeccionando de generación en generación, siempre con la idea de que mantenga una relación con el entorno, y que se adapte a las condiciones que impone el clima costero.