Somos Papudo en Internet.

Somos un medio creado para mantener un nexo informativo sobre el acontecer noticioso y cultural de

este pequeño rincón de Chile y crear conciencia sobre la importancia de proteger su entorno y su delicado ecosistema,

y de esta manera, convocar voluntades dispuestas a trabajar por Papudo y su gente.

Salinas de Pullally: Un jardín hecho por hombres.

Posted by Papudo | Posted on 15:27

El Mercurio - Revista Vivienda y Decoración.


Por más de cuatro siglos, Salinas de Pullally ­un balneario prácticamente privado que queda a pocos kilómetros de Papudo­, ha pertenecido a una sola familia. Curiosamente, de sus jardines sólo se han preocupado los hombres del clan, y hoy está en manos del viverista Ignacio García, quien con gran respeto por lo existente, lo ha revitalizado mediante la combinación de flora nativa e introducida.

Unos 7 kms al norte de Papudo está Salinas de Pullally, una gran playa apta para el surf, a la que algunos se aventuran caminando en el periodo de bajamar. El lugar es privado, y ha pertenecido por varias generaciones a una misma familia, desde que Pedro de Valdivia se la entregó como encomienda a don Diego García de Cáceres. Con la Reforma Agraria, la familia pedió los terrenos, pero años después pudieron recuperar unas trescientas hectáreas, donde José Miguel Irarrázabal, familiar de los primeros dueños, había hecho construir una casa, en 1940, al borde del acantilado y dominando las vistas al río Ligua y a las dunas que lo rodean. Ese entorno paradisíaco lo impulsó a trazar una serie de caminos y a ocuparse de los jardines, incorporando doca a la pendiente y árboles nativos e introducidos en el sector protegido del viento. Ese fue el inicio. Más tarde, sería su yerno, Ismael Pereira, quien se haría cargo de los jardines, y luego el marido de su nieta, el viverista Ignacio García.- Siempre han sido los hombres de la familia los que han cuidado el jardín. Lo formó el abuelo de mi mujer, después mi suegro le dio un gran impulso, y ahora soy yo quien se hace cargo. En el lugar está su vivero, donde junto con Margarita Álamos produce, principalmente, proteas. Respetando la forestación de pinos y eucaliptus existente, elaboró un diseño que mezcla vegetación introducida y nativa, y logró que éste se consolidara gracias a la creación de un pozo y un estanque en el que se acumula agua, lo que permite un riego fluido, sin problemas. Y es que su intención es lograr, a largo plazo, un jardín que se desenvuelva sobre la base de especies que sean capaces de resistir la salinidad y sequía.En la entrada al lugar se aprecian alrededor de setenta variedades de Eryngium (la achupalla chilena), y bajo un añoso maitén, destaca un quincho, también protegido por una araucaria excelsa y ombúes. Esta vegetación de altura cambia de imagen abruptamente al enfrentar la pendiente, donde se establecieron especies bajas, que no superan los 50 cm de altura, y que permiten privilegiar las vistas hacia el horizonte, incluso desde el interior de la casa.

Poco a poco, García ha ido reemplazando la doca por un romero africano rastrero que se ha dado muy bien. Los juníperos también se han desarrollado sin dificultades, extendiéndose varios metros.Dos cipreses enmarcan las vistas hacia el mar, y alrededor de ellos sobresalen plantas de distintas alturas, texturas y colores que generan un paisaje de gran atractivo. Además de especies de flor, García consideró algunas suculentas, pues se dan muy bien en los climas costeros. Entre ellas se pueden mencionar Aloe ferox, Agave americana y variegatas, tritomas, puyas, sedum, yucas, las que crecen junto a muchas otras que no han sido plantadas por la mano del hombre, y que han llegado allí por pura casualidad.- Cada cierto tiempo hacemos caminos y botamos las plantas envejecidas y los restos leñosos de poda.

En los intersticios del acantilado van apareciendo nuevas plantas, que sirven para recuperar el terreno.Un jardín cuyo diseño, en manos masculinas, se ha ido perfeccionando de generación en generación, siempre con la idea de que mantenga una relación con el entorno, y que se adapte a las condiciones que impone el clima costero.